PAX ROMANA: PAZ BASADA EN EL PODER

Los ejércitos romanos marchaban implacablemente por el mundo mediterráneo en los siglos II y I a. de C., obligando a una nación tras otra a rendirse ante Roma, hasta forjar un poderoso imperio que duraria varios siglos. Con la muerte de Julio César, la república romana, ya inestable, degeneró en una guerra civil entre generales romanos. La guerra estalló entre las facciones de personajes como Pompeyo, Bruto, Casio, Lépido, Marco Antonio y Cleopatra, hasta que, finalmente, Octavio surgió vicrorioso y pasó a ser el primer emperador romano. Como princeps, que significa primer ciudadano o principe, Octavio trabajó arduamente para restaurar la tranquilidad politica de Roma. Aunque no tenia la brillantez de algunos de sus predecesores como estratega militar, organizó hábilmente la administración del imperio. Estableció las bases para una paz duradera y la estructura para el progreso industrial, económico y cultural, lo que se conoció como la Pax Romana. El triunfo de Octavio - o Augusto ( el Enaltecido ), como se le llamó después - sobre sus enemigos dio origen a un largo periodo de prosperidad desde el año 30 hasta el 180 d. de C. Sin embargo, esa era de bienestar no significó el fin del imperialismo militar romano. Fue con la amenaza de la fuerza que Augusto y sus sucesores preservaron la paz y prosperidad de un imperio que llegó a cubrir varios millones de kilómetros cuadrados. Roma sofocó sin problema dos importantes revueltas judias en 70 y 135 d. de C. Los impuestos del exterior ayudaron a pagar los servicios públicos, carreteras y acueductos de Roma. No obstante, Roma adoptó una actitud liberal hacia los pueblos conquistados, a los que les permitia cierta autonomia y la conservación de sus costumbres y su religión. Augusto quiso ser el principe de un imperio de paz, y una generación de ciudadanos hastiados de la guerra se sintió feliz y lo proclamó su salvador. En gratitud, el Senado romano erigió el fastuoso Altar de la Paz Augusta ( Pax Augusta ) para recordar la armonia de los pueblos bajo el gobierno de un emperador romano cuya piedad y beneficios mantuvieron la paz con los dioses. Los viajeros y comerciantes transitaban con seguridad por casi todo el imperio, por carreteras bien construidas y lineas maritimas protegidas. La Pax Augusta trajo seguridad contra las invasiones, leyes justas y una administración efectiva. Bajo la protección de la paz romana, el cristianismo y otros movimientos religiosos se expandieron con relativa facilidad en todo el imperio.