CEREMONIAS MATRIMONIALES

Una boda hebrea era más un acontecimiento social que una ceremonia religiosa o legal. La pareja quedaba unida formalmente desde los desposorios, cuando se sellaba el contrato matrimonial y se pagaba la dote. Antes de la boda, el novio y la novia se adornaban con sus mejores galas y con cuantas joyas tuvieran o pudieran conseguir prestadas. Algunas de las joyas de la novia eran regalos del novio o parte de su dote; en las familias acomodadas, la dote llegaba a incluir una diadema de monedas. El novio también portaba una diadema en la frente. Los ayudantes perfumaban a la pareja con esencias como mirra, áloe y casia. Ataviada con espesos velos, la novia, acompañada de sus damas de honor, salia de la casa paterna y se dirigia al lugar de la fiesta, en la casa del novio, donde los invitados asistian a un banquete tan opiparo como lo permitieran las finanzas de la familia. En la boda de Sansón la fiesta duró una semana, y la celebración del matrimonio de Tobias duró el doble. Durante la fiesta, los padres y los amigos de la pareja expresaban a ésta sus mejores deseos y bendiciones. Se recitaban poemas para exaltar la belleza de la novia y la felicidad de la vida matrimonial. El Salmo 45 ( en la Vulgata 44 ) y el Cantar de los Cantares, escritos en especial para bodas reales, suelen ser esos poemas nupciales.