" SIN MIRAMIENTOS CON ELLOS "

Para los israelis, la conquista de la Tierra Prometida trajo consigo leyes especiales de guerra. Los cananeos no eran simples enemigos. No sólo adoraban a dioses que ofendian a Yavé, sino que también estaban atrincherados en la tierra que Dios habia prometido a su pueblo elegido. Según el Deuteronomio, Dios exigió la aniquilación de los cananeos: " Cuando el Señor te los haya entregado y tú los hayas derrotado, los consagrarás al anatema, no harás pactos ni tendrás miramientos con ellos " ( Deuteronomio 7:2 ). Era Dios quien les daba la victoria, y los israelis creian que todo cuanto capturaban - hombres, animales, tesoros - pertenecia a Dios. El botin de guerra, que se hubiera repartido entre los vencedores, era consagrado a Dios y no seria de nadie más. " Ninguna cosa de su propiedad... podrá ser vendida ni rescatada. Todo lo que se consagra a Yavé es cosa santisima y pertenece a Yavé " ( Levitico 27:28 ). El concepto de condenar con anatema a Dios se llamaba herem. Los pueblos de Canaán eran herem porque, Dios dijo: " desviarian a tus hijos de su fidelidad... a servir a otros dioses " ( Deuteronomio 7:4 ). En la forma más extrema de herem, como en Jericó, los israelis cumplian la orden de " no dejar un alma con vida ", pero herem rara vez significaba la total destrucción de personas y propiedades ( Deuteronomio 20:16 ). En Hay, Dios permitió a su pueblo repartirse " el botin y el ganado " ( Josué 8:2 ). Otros pueblos de la región cananea practicaban algo similar al herem. Mesha, un monarca de Moab del siglo IX a. de C., se jactaba de haber matado la totalidad de la población israeli de Nebo como supremo sacrificio a su dios Astar-Quemos.