LAMENTO DE LOS PROFETAS

En el Antiguo Testamento, profetizar equivalia a atraerse una vida infeliz: los profetas eran castigados por desafiar las ideas y los sistemas establecidos. Y como la gente a la que se dirigian los profetas pocas veces estaba dispuesta a vivir bajo las normas establecidas por Dios, la frustración y la depresión eran comunes en ellos. Muchos pidieron a Dios que les quitara la vida. Durante el Éxodo, Moisés quedaba abrumado por sus responsabilidades para con los israelis. Y clamó a Dios: " Yo no puedo soportar solo a este pueblo; es demasiada carga para mi. ¡ Si me vas a tratar asi, prefiero morir !... pon fin a mi aflicción " ( Números 11:14 ). Elias también sintió que fracasaba. Después de derrotar a los profetas de Baal, tuvo que huir al desierto. Sentado bajo una retama, Elias imploró: " ¡ Basta, Yavé ! Quitame la vida " ( 1ª de Reyes 19:4 ). Jeremias, aunque nunca pidió morir, lo atormentaba la lucha entre el deseo de propagar la palabra de Dios y la frustración; ante la renuencia de la gente a escucharlo y exclamó: " ¡ Maldito el dia en que naci ! " ( Jeremias 20:14 ). Presintiendo, quizás, lo que les esperaba, muchos profetas se acobardaron al principio al hablar con Dios. Moisés, considerado el profeta ideal, se negó al llamado unas cinco veces. La renuencia de Moisés fue imitada por otros profetas. Cuando Dios llamó a Jeremias a la profecia, éste respondió: " ¡ Ah, Señor Yavé, mira, yo no sé hablar, que soy un niño ! " ( Jeremias 1:6 ). Dios le tocó la boca y le aseguró que, como Moisés, sus palabras serian guiadas por la divinidad. Jonás fue también un profeta renuente. Sin embargo, Isaias se ofreció como voluntario, aunque al principio dijo no ser digno. Al recibir una visión del Señor, exclamó: " ¡ Ay de mi, perdido estoy, pues soy hombre de labios impuros ! " ( Isaias 6:5 ). Entonces, un ángel purificó sus labios con un carbón encendido, e Isaias aceptó con entusiasmo el llamado a ser profeta y exclamó entusiasmado: " Aqui estoy yo... enviame a mi " ( Isaias 6:8 ).