EL TEMPLO EN LLAMAS

Miles de judios murieron durante la defensa de Jerusalén, en 70 d. de C., y otros fueron deportados después de la caida de la ciudad en poder de los romanos. El Sanedrin, el consejo y supremo tribunal de los judios, fue disuelto por los conquistadores. Pero cuando éstos prendieron fuego al Templo de Herodes, asestaron el golpe más severo a la vida religiosa del pueblo judio. Sin el Templo ya no habria sacrificios, que eran el principal culto de los judios, y cesaron las peregrinaciones. " No tenemos profeta ni sacerdote ni sacrificio ni santuario ni altar que nos ayude a obtener el perdón ", se lamentaba después un comentarista judio, "... desde el dia en que el Templo fue devastado, nada nos queda más que orar ". Para asegurar su supervivencia, los judios tuvieron que rehacer su religión. La transformación del judaismo se revela en la celebración de su Pascua, la más popular de sus festividades. Como los sacrificios sólo debian celebrarse en el Templo, desapareció la ritual inmolación del cordero pascual. Sin embargo, la Pascua judia permaneció como el principal dia festivo e incluso creció su significado al celebrarse no sólo para conmemorar la liberación de los judios de Egipto, sino también para simbolizar el retorno a Jerusalén. Durante la tradicional cena, la narración de las plagas infligidas al faraón se convirtió en ferviente esperanza de que sufrieran el mismo castigo los conquistadores de Jerusalén. También cambiaron las ceremonias del Dia de la Expiación y de Pentecostés ( Sjavout ). Ya no hubo sacrificios en Yom Kippur, y la fiesta agricola de Pentecostés se transformó en una conmemoración de la entrega de la Ley a Moisés en el Sinai. La destrucción de Jerusalén puso fin a la comunidad judia cristiana de la ciudad, pues sus miembros murieron o se dispersaron. En lo sucesivo, el cristianismo se iba a concentrar en las prédicas de Pablo, y se ampliaria la brecha entre el cristianismo y el judaismo. El centro de la creencia cristiana es Jesús, lo que para los judios era como repudiar la distinción entre Dios y el hombre, que era, y es, el núcleo del monoteismo de su religión.